17 nov 2008

Isla de Mnemba - Zanzíbar

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ISLA DE MNEMBA

Al caer la tarde, ya en la playa frente a nuestras habitaciones, entablamos contacto con los jóvenes nativos de Zanzíbar, que tienen sus puntos de operaciones y sus barcos en plena playa y ofrecen excursiones a los turistas. A nosotros no nos quedaba más remedio que contratarlas con ellos, ya que habíamos contratado el vuelo y el hotel de Zanzíbar por nuestra cuenta.
















Estos jóvenes nativos, también llamados profusamente en los foros “los chicos de la playa”, se ganan la vida ofreciendo excursiones en barco (con comida incluida) por toda la isla.
Nosotros escogimos ir a la isla de Mnenba, situado al Noreste de Zanzíbar. Después de un regateo llegamos a un precio razonable por los cinco.
Solo haríamos esta excursión y la de Stone Town, ya que al estar pocos días en Zanzíbar preferíamos descansar y bucear en las playas cercanas.
Nosotros teníamos algunas gafas y aletas para bucear, pero no hubieran hecho falta en la excursión, ya que incluyen el material (aletas y gafas) sin ningún coste añadido.













A la mañana siguiente, sobre las nueve de la mañana nos embarcamos en el velero motorizado con unos 10 turistas ingleses. Vimos al zarpar como lavaban un gran pescado de 80 cm para el almuerzo. Partimos y fuimos bordeando la costa, marga y los niños se quedaron en la parte baja del barco, yo me subí al techo con dos parejas de ingleses. Mientras el barco seguía su rumbo vimos como preparaban el pescado con un relleno a base de zumo de limón y oteros condimentos, todo ello en la proa del barco, otra curiosidad más de esta aventura.


















Según avanzábamos por la costa, iban apareciendo sucesivas y preciosas playas vacías, sin ninguna construcción desde hacía ya muchos kilómetros.
A un par de kilómetros de Mnenba se empezaba a ver el esplendor de esta maravillosa isla, desierta y llena de paleras y playas vacías. A 500 metros de la isla apareció una familia de delfines que fueron bordeándonos por babor y estribor, nos acompañaron bastantes metros, por lo que pudimos disfrutarlos un buen rato. Todo el barco estaba encantado de verlos saltar. Hugo aplaudía de felicidad.
















El barco fondeo a unos 100 metros de la orilla después de un viaje de dos horas y media. Antes de bajar a practicar snorkeling nos explicaron que no se podía pisar la isla, solo se podían ver sus fondos ya que esta isla es privada. Así que bajamos todos y nos dispusimos a admirar los fondos de Mnenba.


A pesar de estar parcialmente nublado, pudimos ver multitud de corales rojos, amarillos, azules, violetas… fantástica y electrizante visión, seguramente el fondo marino más bonito que hemos visto nunca, sembrado de corales multicolores, ostras gigantes, estrellas marinas y rayas. Toda una maravilla natural para los sentidos.
















A Hugo nos lo íbamos turnado Marga y yo, pero llegado un momento estaba cansado, así que decidimos llevarle a la orilla. Nada más posar los pies en ella, un hombre tipo guardaespaldas salió de no se sabe dónde, a increparnos por pisar tierra. La verdad es que le podíamos haber discutido donde empezaba y terminaba la isla, ya que solo con poner el dedo gordo en el agua, ya estábamos en el mar. De todos formas este hombre se dirigió a nosotros de malas maneras y vociferando todo el rato. Algo le contestamos nosotros, entre otras cosas por sus modos, entre otras cosas porque gritaba contra un padre y sus hijos de 12 y 6 años, que éramos los que estábamos allí en ese momento.
















Volvimos al barco después de unos 30 minutos de snorkeling con unos fondos realmente hermosos, pero con el mal sabor de boca de haber aguantado a ese energúmeno.
Llegó la hora de comer, y para ello el barco se trasladó al noreste de Nungwi, justo enfrente de la isla de Mnenba, en 10 minutos estábamos allí. La comida estaba ya preparada, ya que al dirigirnos a Mnenba habíamos dejado a un miembro de la tripulación con el pescado y otras viandas.
La comida, pescado con arroz, nos supo bastante bien después de los chapuzones.






















Como me había quedado con ganas de bucear más, comí rápido y me dirigí al barco de nuevo, en ese momento fondado a unos 150 metros. Me puse el neopreno y los plomos y al agua. Estuve unos 40 minutos y tuve que adentrarme unos 400 metros para ver fondo, ya que el principio era arenoso solo salpicado con aluna roca con algas. Estos fondos no eran tan vistosos como los de Mnenba aunque no estaban mal.















Después de ese tiempo, encontré entre otras cosas una caracola grande y muy especial, con largas púas en sus extremos. Cuando volvía la barco me di cuenta que este se estaba dirigiendo hacia a mi con la tripulación a bordo. Subí y todos miraron con curiosidad la caracola, un ingles de unos cincuenta y tantos años me recriminó, medio en broma medio en serio señalando a la caracola, que si esto no era de National Park. A lo que yo le respondí señalando a su tripona, que el pescado que llevaba dentro también era de National Park.













Hugo, Pablo y Miguel, cogieron la caracola y la estuvieron explorando durante el viaje de vuelta, con algún conato de disputa por retenerla más tiempo entre sus manos.
Casi todo el mundo en el barco iba medio tumbado y más relajado que a la ida. La vuelta se hacía en otras dos horas, la última hora a vela y más cerca de la costa de Zanzíbar, por lo que se podía apreciar a sus gentes en la playa, pescadores, algunos niños, playa vacía, dhows y otros bracos grandes de madera rotos y varados.













Esta última hora navegando a vela y en silencio resultó muy placentera, el barco a su vez se veía engalanado con ese gran velamen blanco y majestuoso sobre las aguas transparentes de Zanzíbar.
Llegamos a nuestra playa y por fin nos despedimos de la tripulación y compañeros de viaje. La verdad es que desde donde estábamos-Oeste de Nungwi- el viaje era muy largo (2,30h ida y 2h vuelta) para el tiempo real de snorkeling, pero hay que decir también que el propio viaje era muy agradable.















De todas formas, después de esta experiencia y por nuestra manera de viajar, casi siempre por libre, pensamos que realizar las excursiones con los chicos de la playa es mejor que hacerlo con una agencia, pero aun así ellos también funcionan como una agencia más pequeña y barata, por lo que lo ideal hubiera sido( teniendo más días en Zanzíbar) negociar con cualquier pescador que nos hubiera llevado en plan más tranquilo y a nuestro aire, como tantas veces habíamos hecho en algún lugar con costa de anteriores viajes.
















En esta excursión los niños se lo pasaron muy bien y disfrutaron bastante de la experiencia, sobre todo con los delfines y el snorkeling, con unos fondos extraordinarios en la isla de Mnenba.




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